Pescador de pecadores Jesus


Los primeros discípulos de Jesús eran pescadores. La llamada de Jesús va a transformar a estos hombres. El cambio en sus vidas será radical y va a alcanzar a todas las dimensiones de sus personas. Una de las dimensiones más afectadas será su ocupación. De ahora en adelante serán “pescadores de hombres”.

Decir "cambio radical" no significa "cambio instantáneo". La transformación de los discípulos será un largo proceso. Hará falta mucha paciencia, mucho esfuerzo, mucho amor por parte de Jesús. A los discípulos se les va a pedir, por otra parte, que se desprendan de muchas cosas, que dejen muchas seguridades, que confíen plenamente en el Maestro que los llama y los quiere a su lado. Tendrán que recorrer el largo camino del discipulado.

Dejar cosas es difícil. El corazón se nos va pegando a lo que se convierte en tesoro, lo que es apreciado y codiciado. Abrirse a lo nuevo, a lo no familiar, es todavía más difícil. "Más vale malo conocido...", dice el refrán popular. Nos vamos acomodando al camino trillado, incluso cuando se hace rutinario y aburrido.

Pero mucho más difícil que dar cosas, que dejar cosas, que darle tiempo y energía a la novedad de tareas y misiones no ensayadas, es el poner en Dios solo nuestra esperanza. Vamos a detenernos en este espacio a mirar un poco más de cerca lo que hay detrás de la frase de Pedro que encabeza la "mesa" de hoy.

"Poner solamente en Dios nuestra esperanza" no significa la renuncia a nuestra obligación de asumir responsabilidad por nuestros trabajos. No es pasividad ni confianza cómoda en que Dios se encargará de hacer lo que nos toca. No hay pesca, ni milagrosa ni ordinaria, sin el esfuerzo de nuestros brazos, sin el duro remar, sin la mirada atenta a los cambios en la coloración del mar que puedan darnos pistas sobre los mejores lugares de pesca.

El desafío que lanza Jesús a sus discípulos es el de ir más allá de lo que nuestros recursos y experiencias nos proponen como posible o realizable. Honrar las experiencias pasadas es una actitud saludable. Absolutizar los límites que sacamos de esas experiencias no lo es. “No vale la pena intentar eso, ya se hizo antes y no resultó”. Echar las redes una y otra vez por la palabra de Jesús es la síntesis del esfuerzo personal y colectivo con la confianza en el Maestro que sabe más allá de nuestros cálculos y seguridades. Imitando a Pedro echamos las redes cuando "no vale la pena". A diferencia de Pedro, no nos apartamos de Jesús por ser pecadores.

 

 
Escrito por: P. Alberto García Sánchez, S.J.